Dependiendo del entorno, (rural,
urbano, industrial…) en el que la mujer habitaba, y también del país,
desarrollado, en vías de hacerlo, etc….hace 50 años, ( más o menos la década
1959-60), como ahora, la situación y tareas a realizar podían variar aunque
seguía moviéndose en una franja estrecha de opciones y elecciones personales
libres. Por supuesto sometidas siempre a la supervisión y aprobación masculina,
tanto del padre, como del marido, o del profesor, sacerdote….
En España, el control
estatal, maridado con el adoctrinamiento religioso, y el escaso desarrollo
educativo al que las mujeres habían podido acceder comúnmente, dejaba un margen
estrecho de tareas, profesiones y roles a desempeñar.
En las zonas rurales las abuelas tenían a sus
hijos bajo su falda hasta que podían trabajar con ellas en las tareas
agrícolas, ganaderas, etc.. combinando el cuidado de ellos, del marido, el
campo, los animales, además de hacer algunas de nodrizas cocineras, amas de
cría, y proveedoras de servicios o productos en las ciudades más grandes.
Además siempre había que ocuparse de asuntos asistenciales, ayudar a familias,
cuidado de la iglesia, fiestas patronales y su organización de la caridad y
ayuda a necesitados.
La elaboración de productos artesanales, como
cestos, paños, manteles… y/o alimenticios como el embutido, el pan, conservas,
pasteles….. pasaba a ser enseñada a las hijas, que debían aprender todo lo que
una buena ama de casa y trabajadora del campo necesitaba saber. Su instrucción
era mínima, o nula en gran parte, con una tasa de analfabetismo importante en
España, de las más altas de Europa, ya que la Ley Moyano, vigente desde 1857,(
hasta
1970 ) prácticamente igual, no se dotó
presupuestariamente en su momento para
la formación de las clases populares, y menos las féminas, que con las
tareas domésticas, las cuatro reglas y poco más, se consideraba suficientemente
instruídas.
Las hijas iban a la escuela del pueblo, pocos
años y después emigraban a la ciudad si podían, o servían en casas de gente más
pudiente. Además debían observar la moral, las buenas costumbres, ser
discretas, amables y dóciles-complacientes con el marido, complacientes afectiva
y sexualmente. Tener hijos, por supuesto, se daba por hecho, sin elección. Las
viudas debían salir adelante solas y trabajando ímprobamente, o volver a
casarse con un hombre que las protegiera
de las malas lenguas. Pocas lograban tener unos estudios superiores,
normalmente de familias burguesas o comerciantes, terratenientes, etc. No era
necesario que tuvieran una gran formación. Podían ser maestras, enfermeras, tenderas,
taberneras, camareras....
En zonas urbanas, abundaban
las chicas del servicio, porteras, taquilleras, peluqueras, loteras,
vendedoras, prostitutas, operarias de fábricas textiles, costureras, panaderas,
y aunque tenían un poco más de actividad intelectual y cultural, como ir a un
cine, teatro, bailes, verbenas, etc.. su buena reputación debía ser preservada,
y su principal misión era ser madre de familia, ama de casa servicial-atenta, y
administradora-fabricadora de recursos para sacar adelante la familia de manera
coherente con lo que se esperaba de la mujer cristiana y decente. Las profesiones
de escritoras, ingenieras, o
catedráticas eran un caso de entre
muchos millones, usual y curiosamente de clase media-alta, o de padres con
formación elevada y más liberal.
No tenían vacaciones, el hogar era su
responsabilidad 100%, todo el día durante todo el año. No les correspondía
conducir los vehículos solas; fumar, bailar, cantar, actuar o, frecuentar un
bar o cafetería, por ejemplo, era algo impensable o susceptible de críticas agresivas
o/y ofensivas para ellas, si no era con el amparo de la compañía masculina
protectora-fiadora de su voluntad y honra.
Las más afortunadas tenían
electrodomésticos para la realización doméstica que interesaba para que
pudieran ejercer su trabajo fuera de casa con mayor productividad y entrega.
En general, tanto en el
campo como en las zonas más desfavorecidas, o rurales, la jornada de casa y/o
tareas de profesión, o de atender tierras, a nimales, hospedaje, negocio
familiar, etc… se traducía en horas intensivas, sin derecho a estar enferma o
indispuesta, compitiendo siempre entre ellas para ser digna de la consideración
social y familiar que no diera lugar
crítica.
Era necesario permiso del marido
para todo hasta la reforma de los Códigos Civil y de Comercio de 1975: abrir
una cuenta bancaria, firmar un contrato labora, autorización si era de compraventa, hasta los 23 años, la
dependencia era paterna.
La educación, o más bien, la
no educación, recibida era para satisfacer
al hombre, la virginidad, la
decencia, el matrimonio para toda la vida y la procreación, el sexo era materia
prohibida, oscura y negada para ellas. El Código Penal castigaba duramente a la
mujer que cometía adulterio, es decir, mantener relaciones sexuales con otro
hombre que no sea el esposo, mientras que en los hombres sólo era delito si se
trataba de amancebamiento (querida) dentro del domicilio marital o clara y
demostrablemente fuera de ella.
-El artículo 416 del Código
Penal castigaba todo lo que facilitase el aborto o impidiese la procreación.
-A finales de 1975 el acceso
a la Policía o las Fuerzas Armadas estaba prohibido a las mujeres y la
imposibilidad de acceder a cargos de magistrado, juez o fiscal.
Aún en la década de los 70
las menores embarazadas, o rebeldes porque la familia, el padre, así las
denunciada, eran recluídas en Patronatos, de supuesta reforma moral, donde eran
sometidas a vejaciones, trabajo duro, oración, y reclusión forzada por
religiosas que se ocupaban de ellas. En los mundiales de 1982 los famosos llaveros
de la mascota oficial “Naranjito” estaban elaborados por mujeres, menores
explotadas para contribuir así a la economía.
Con la llegada de la
democracia se iguala ante la ley… aunque conviven clichés machista y de mujer
como objeto erótico, que se reflejan en el cine de la época. Las mujeres se
unen y reclaman, primero los derechos civiles (derogación de la licencia
marital, la supresión de leyes con carácter de subordinación de la mujer
respecto a los hombres, la patria potestad conjunta, la mayoría de edad a los
veintiún años a todos los efectos, la libertad religiosa en los centros
públicos y privados); posteriormente los derechos políticos: crear
asociaciones, derecho a reunirse, a ejercer la huelga, etc., y por último los
derechos laborales y educativos, sexuales, control de natalidad, aborto, ley de
divorcio, etc.
A partir de los 80-90, son más activas política
y socialmente, en el mercado laboral,
intelectual, universitario, … se rompe así el tradicional modelo familiar, en
el cual la mujer tenía que dedicarse de forma prioritaria a la atención de su
familia y que era cosa del hombre trabajar y traer dinero a casa.
Todo ello trae
consecuencias, como la delegación del cuidado tradicional de menores, mayores
dependientes, discapacitados, tec.. que la mujer ha estado ahorrando a la
nación desde tiempo inmemorial, gratuitamente, y sin reconocimiento en la
mayoría de los casos. Los cambios en el esquema tradicional
familiar, el acceso de la mujer al entorno laboral, la importancia que adquiere
la formación para la mujer, la menor incidencia de la religión en las familias
españolas) derivan en un descenso de la tasa de natalidad, retraso en la edad
de concebir el primer hijo y baja el número de celebraciones de matrimonios. Se
necesita conseguir la igualdad en cuanto a salario, acceso a la formación y
todo tipo de derechos que eran privilegio del hombre para que a la mujer se le
pueda conciliar de forma efectiva su trabajo y obligaciones familiares.
La mujer ha conseguido en la
década actual, que las leyes le otorguen los mismos derechos en cuanto a la
remuneración y acceso al trabajo (aunque no siempre se cumple) pero los puestos
de alta dirección siguen siendo patrimonio mayoritario del hombre (se da más en
la empresa privada).También ha conseguido tener los mismos derechos civiles y
políticos, educativos, sexuales, control de natalidad, aborto, ley de
divorcio….su rol se asemeja más al masculino, aunque a veces también en lo
negativo, o asumiendo formas de diversión violentas, machistas, o simplemente
destructivas o poco saludables.
Hace 50 años la violencia
machista, no existía, se silenciaba y tapaba, hoy se llama de género, el hombre
no evolucionado sigue intentando someter y controlar a la mujer, que se rebela,
lamentablemente con graves consecuencias para toda la sociedad.
La formación y
educación, el desarrollo profesional es en las mujeres una meta prioritaria hoy
y se da la dualidad aun así de la precariedad laboral en comparación con el
mundo de los hombres. Si la mujer de los 50, nacía para el matrimonio y la
familia, ahora un buen número de mujeres
son madres a los 40 años, no se casan, lo son en solitario o en uniones homosexuales.
El rol, profesión y derechos
femeninos no se igualan con el del hombre, aunque mediante acciones, movilizaciones, y lucha de
sensibilización se pretende que suceda.
La ley Orgánica 3/2007 sobre Igualdad efectiva
entre mujeres y hombres, es el último logro nacional en este sentido, pero
insuficientemente dotada en cuanto a recursos.
Lo que observo a diario en
mi trabajo son compañeras que llegan cansadas a su turno de trabajo, por
cuidado de hijos, familiares, por dejar la comida, cenas, etc.. lavadoras, o
disfraces para los niños… porque no tienen una asistenta para las tareas
domésticas, además se las tilda de menopaúsicas despectivamente en algunos
casos, como si lo eligieran. Otras, las menos, cuentan que su marido trabaja y cocina, o va a la compra, o
limpia y le ayuda.. Son los menos, todavía poco concienciados de que la
casa, tareas, niños, etc.. son comunes. Ellas siguen teniendo una especie de
mala conciencia cuando dejan a sus hijos, o su casa, sin atender al 100%, y se
pasan minutos al teléfoino dando instrucciones y orientaciones porque “el marido no se entera” o no quiere
enterarse del todo.
Seguimos pues con la doble
jornada laboral de hace años pero actualizado, con más artículos,
electrodomésticos, hipotecas, derechos, ¿hemos avanzado realmente? A veces lo
dudo seriamente, incluso añoramos, en una especie de involución, no tener que salir de casa para trabajar
debido a la ansiedad que nos produce, más si como en mi caso, además estudio en
la UNED. Siempre hay quien opina que para qué…. a estas alturas.
Queda mucha empresa por
realizar en comprensión para entender y practicar, que somos ante todo mujeres y hombres, ante todo y
antes que nada somos personas en evolución.